4 de mayo de 2006

LOS RICOS TAMBIÉN LLORAN

POR CARLOS HUMBERTO ISAZA
Haga el ensayo: compre una casa por cien millones de pesos y véndala, al cabo de unos años, por doscientos, para que vea la que se le forma con la DIAN. Tiene que pagar más de la tercera parte de los cien millones de la diferencia, entre el precio de venta y el de compra, como ganancia ocasional. En cambio –haciendo uso de las maromas que relata Gerardo Reyes–, adquiera el dominio de una grande empresa y véndala por varios miles de millones de dólares (aunque solo sean siete mil millones de dólares), y verá que no le tiene que pagar ni un peso al Estado. Así es la vida. Por eso el dicho: ‘los ricos también lloran’. Y lloran más que los pobres. Primero lloran para que el Estado les aplique todas las ‘perradas’ que sus asesores tributarios son capaces de concebir –con la anuencia de algunos funcionarios– para no pagar impuestos, o para burlar la legislación tributaria; y lloran, después, de alegría, por saber que sus ganancias salen completamente a salvo de la guillotina de la administración de impuestos. Esas son las cosas que suceden en los cocteles que se anuncian en Cromos o en Semana, o en los aviones privados de los cacaos, o en los apartamentos que se tienen en New York, en Miami o en París –para los amigos–, o en las oportunidades que brindan las financiaciones de casi todas las campañas. Es cuestión de negocios, o de amigos; o de lo que en la calle se llama ‘mano lava mano y juntas se lavan la cara’, que en otras partes se traduce como ‘hoy por ti y mañana por mi’, o como ‘ayúdame que yo te ayudaré’ ¡Y que ayuditas! Ayuditas que sirven, además, para que los que hoy son altos funcionarios del Estado pasen a ser, mañana, los ejecutivos de las grandes empresas privadas. Todo en un carrusel de intercambio de favores que en Colombia sucede delante de las narices de todos, sin pudor y sin reserva. Por eso insisto en la urgencia que tiene Colombia de introducir una rígida legislación sobre el régimen de los patrimonios –incluidas las condiciones para sus transferencias–, para impedir que como suele decirse en el argot callejero, al Estado, cuando los ricos transfieren sus propiedades, solo le toque ver pasar la plata para el banco. chisaza@yahoo.com 21 de febrero de 2006

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