Me temo que, como van las cosas, la
campaña reeleccionista del presidente Santos transita, inexorablemente, hacia una
contundente derrota. Existe la sensación de que sus estrategas están haciendo
todo lo posible para hundirla sin remedio.
1. Por su actitud frente a la situación
del alcalde Petro, porque: 1.1. Se trataba de una decisión temporal impuesta
por un organismo internacional que tiene, como única función, garantizar
derechos humanos. 1.2. Se manda un pésimo mensaje a la comunidad internacional
cuando un presidente desatiende las medidas cautelares dictadas en favor de un
hombre que se reintegró a la institucionalidad, después de un proceso de paz;
que cumplió los compromisos adquiridos durante esa negociación; que se sometió
al veredicto de las urnas, y que se desempeñaba como alcalde de la capital de
la República, cuando resultó destituido por un Procurador que goza del más alto
desprestigio a nivel nacional y de quien se sabe que incurrió en prácticas
corruptoras, para hacerse reelegir en el cargo que en la actualidad ostentan. 1.3.
Porque no hay duda de que los tratados internacionales ratificados por Colombia
hacen parte de la legislación interna del país y son de obligatoria aplicación;
por eso los medidas decretadas por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, un organismo oficial perteneciente a la OEA, eran de obligatorio
cumplimiento. 1.4. porque en los tratados internacionales ratificados por
Colombia existen normas que prohíben que los empleados elegidos por voto
popular sean destituidos por funcionarios administrativos, como es el caso de
la sanción impuesta por el Procurador General de la Nación.
2. Por la decisión de desacatar la medida
cautelar dictada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con lo
cual, el presidente Santos le dio gusto a su adversario político más enconado,
el senador Álvaro Uribe Vélez, y se echó de enemigo a una de las personas
que mayor aceptación tiene en la opinión pública -especialmente en la de Bogotá, que tan
adversa le fue en los comicios para el Senado-, sellando su ruptura con quien
habría podido ser un gran aliado estratégico en su pretensión de ser reelegido
a la presidencia.
3. Por la errática estrategia de medios,
adoptada por la campaña de la reelección. Si algún concepto tiene vigencia, validez
y relevancia en una campaña mediática, es la 'recordación'. Pues bien, la
expresión 'Santos', que es la que tiene la característica de la
recordación, fue desechada por la estrategia de medios de la campaña
reeleccionista. Cuando uno pregunta ¿quién es el presidente Colombia? Sin
excepción todas las personas interrogadas contestan 'Santos'. No obstante la
estrategia de medios de la campaña reeleccionista decidió utilizar la expresión
'Juan Manuel', con lo que se generan graves confusiones a nivel regional.
4. Por la incapacidad que tiene el
gobierno para socializar y difundir de manera seria y creíble, los
resultados de su gestión. Las cifras macroeconómicas de Colombia marcan
indicadores muy buenos: crecimiento de la economía, tasa de desempleo, tasa de
inflación, tasa de reducción de la pobreza etc. No obstante, ante la opinión
pública, probablemente debido a la gestión de sus detractores, como el senador
Álvaro Uribe Vélez, esos indicadores no son coincidentes con la
aceptabilidad de la gestión del gobierno del presidente.
5. Por la sensación que da el presidente
Santos, de haber dejado colonizar su gobierno por el samperismo, casta política
que padece el mayor desprestigio ante la opinión pública colombiana.
6. Menos reciente, pero no menos cierto:
durante este gobierno, las bacrim se posicionan como la nueva realidad perversa
de Colombia. Y eso, es muy trascendental a la hora de decidir por quien votar
para la presidencia de la república.