Lo del retiro de Juan Manuel Arango, de la contienda por la candidatura liberal a la Alcaldía de Pereira y la renuncia al Partido, sin motivaciones públicas pero ofreciendo peregrinas excusas en privado, correspondena un síndrome común: pánico escénico.
Juan Manuel solo le había ganado las elecciones a dos señoras muy decentes, de esas que no se contaminaron de las marrullas de la política y que nunca concibieron la actividad proselitista como medios para alimentar la vanidad o para lograr el enriquecimiento. La única vez que confrontó a un candidato ‘tropero’, detrás del cual había toda una organización electoral, resultó derrotado, pese a que de su vencedor se decía ser un candidato ‘flojo’ y heredero del desgaste de su antecesor.
Aunque en todos los círculos de la política local se esperaba esa retirada, lo que me causó gracia fue la renuncia a un partido del que yo creí que se había ido escurridizamente hacía mucho tiempo. Al menos eso era lo que su comportamiento dejaba percibir, cuando le solicitó a un ex senador y ex alcalde, elegido con los votos del liberalismo, y a su secretario departamental, que renunciaran a sus posiciones y a su partido y se fueran para Cambio Radical; cuando enfiló a los concejales del liberalismo hacía ese mismo movimiento, en un vergonzoso episodio que tuvo que ser conjurado por el entonces jefe del liberalismo; cuando en las pasadas elecciones parlamentarias alineó a sus seguidores para que votaran por el candidato de ese mismo partido, Germán Varón Cotrino; o cuando -versión de mentideros- tiene listo el acuerdo que le garantice a un sobrino suyo la cabeza de la lista para la asamblea por el Centro Democrático. Más señales no se necesitaban para llegar a esa conclusión.
Juan Manuel Arango fue elegido dos veces alcalde de Pereira. Sus realizaciones, están ahí, a la vista del público. Fue un alcalde común y corriente. Carismático, si, pero común y corriente. Sus dos administraciones noes que hayan sido cosas del otro mundo. Si así lo hubieran sido, seguramente los electores de hace tres años no le habrían dado la espalda sino que lo habrían elegido. Pero no fue así. Lo derrotaron. Y derrotado se quedó. Huérfano de poder, de nómina, de presupuestos, de contratos, de escoltas…
Y, claro, esa soledad, produce muchos sentimientos. Por eso quiso reencaucharse diciendo que quería ser Senador, pero desistió. ¿O no? Entonces quiso ser Representante a la Cámara; pero desistió ¿O no? Después se antojó de la gobernación, pero desistió ¿O no? Entonces se encontró con la posibilidad de ser candidato a la alcaldía, en un escenario en el que no veíacontrincantes de peso específico, entre otras cosas, porque se imaginó que su pupilo de ayer -a quien hace tres años instó a que aspirara a la alcaldía-, daría un paso al costado para abrirle espacio a su candidatura. Por todo eso, y solo por eso, se antojó de aspirar nuevamente a esa posición.
Pero cuando se encontró con la realidad que él no esperaba, en la que el anterior alcalde -Israel Londoño-, quien transitoriamente estaba inhabilitado para aspirar a la alcaldía, por una decisión de la procuraduría, obtuvo su absolución y quedó apto para ser su contendor, apoyado en un partido numeroso y poderoso (el de la U), con la maquinaria de la alcaldía y con unas encuestas que -de lejos- lo superaban, se enfrentó a un escenario muy hostil a sus pretensiones y entró en lo que dije al comienzo: pánico escénico; o, en lenguaje coloquial,¡físico miedo!
Y es que otra derrota, en el terreno que cree dominar y en el que en el pasado se movía como pez en el agua, podría enterrarle su extenuada vida pública.
Pero lo más gracioso es que en los círculos privados, o a hurtadillas, y con la intención de encontrar la excusa necesaria para justificar su errático comportamiento, decidió tratar de convencer a sus interlocutores, a todos los cuales él considera ilusos, que ello obedece a que alguien, que no vive en Pereira hace veinte años, que no habla con los líderes, que no hace reuniones políticas, que no va a cocteles, que no pronuncia discursos, que no tiene puestos, que no ofrece contratos, que no ostentaposición en ningún partido… sea quien sacó de la escena, para la próxima contienda, al supuesto gran elector de Pereira. Este tablado parece el de la decadencia del matoneo. Eso está difícil de creer, aunque, por lo que a mi respecta, le quedo altamente reconocido.