4 de mayo de 2006

LA UPAQUIZACIÓN DE LA GASOLINA

CARLOS HUMBERTO ISAZA
En Colombia está haciendo falta un debate serio y responsable sobre los precios de los combustibles derivados de la refinación del pretróleo, y concretamente del precio de la gasolina utilizada como carburante de los vehículos automotores terrestres. Un insumo cuya política de precios afecta seriamente las finanzas de todos los colombianos, y a la que, por razones inexplicables, se le ha postergado durante varios años el debate que amerita. Hoy el galón de gasolina corriente está costando dos dólares y medio en las estaciones de servicio. Un precio escandaloso para nuestra economía. Seguramente habrá muchas voces oficiales dispuestas a ofrecer razones para defender la política de precios adoptada por el gobierno. Algunos dirán que dejaremos de ser autosuficientes en materia de hidrocarburos, que nuestras reservas se están agotando, que la política de exploración y extracción ha sido errática, que los precios del crudo a nivel internacional están por las nubes y demás, pero lo cierto es que las economías familiares no resistirán por mucho tiempo una política de precios de los combustibles como la que se ha adoptado y aplicado durante los últimos años. Por ahí andan algunos con el cuento de que la gasolina motor y el Acpm en Colombia deben tener unos precios similares a los que esos mismos combustibles tienen en los Estados Unidos, por poner un país de referencia. Yo estoy de acuerdo con que así sea, pero cuando los ingresos de los colombianos también estén a la par de los ingresos promedio de los norteamericanos. Lo que suena absurdo es proponer que en Colombia se pretenda establecer un precio por galón de combustible equiparable al de los Estados Unidos, cuando el ingreso percápita de un colombiano apenas si alcanza una veinteava parte del mismo ingreso de un ciudadano de los Estados Unidos de Norteamérica. El precio de la gasolina corriente y el del Acpm en un país como el nuestro, en el que la totalidad del transporte de carga y de pasajeros se efectúa en vehículos movidos con hidrocarburos, genera una presión que a la larga terminará siendo incontenible. Pero lo inexplicable es que el Ministerio de Minas y Energía persista en esa política de precios cuando ha informado públicamente a los colombianos, a través de su página de internet, que con base en las reservas y en la producción del país, en el corto plazo (7 años) Colombia no tendrá problemas de pérdida de autosuficiencia en materia de petróleo y que los esfuerzos del gobierno están encaminados a revertir la tendencia decreciente de las reservas de crudo y a atenuar la declinación de la producción. Máxime cuando acaba de anunciar con bombos y platillos el hallazgo de un inmenso pozo y la adopción de una agresiva política exploratoria. Siendo así, fuerza concluir que la verdadera razón de los altísimos precios de los combustibles en Colombia es otra. Y la respuesta la da el mismo ministerio, cuando informa, en el mismo sitio de Internet, que la estructura impositiva a los combustibles es una forma de atender las necesidades fiscales del país. La gasolina debe soportar los siguientes gravámenes fiscales: Iva, impuesto global, estampilla de transporte y sobretasa. Y piénsese que en solo sobretasa para los fiscos locales la gasolina tiene un sobrecosto del 25%. Son pues, los altísimos precios de los combustibles, una de las formas de financiar las multimillonarias regalías que terminan en los bolsillos de alcaldes y concejales, los subsidios que van a parar a las cuentas de los contratistas, los sobrecostos de las obras públicas, las comisiones para los intermediarios de los negocios de armamento y las demás coimas y chanchullos de un estado indolente, alcabalero y voraz. chisaza@yahoo.com 6 de septiembre de 2005

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