3 de septiembre de 2008

ADIOS, MINISTRO

Yo, la verdad, creía que los Valencia-Cossio ya habían dado todo lo que tenían para dar. Estaba seguro de que su ‘aporte a la patria’, como ellos llaman su relación permanente con la burocracia y con el presupuesto, había concluido con la embajada de Fabio ante la Santa Sede. Hasta pensaba que si habían pasado de moda en los círculos burocráticos oficiales era porque habían llegado a la edad de las jubilaciones y las habían tenido abundantes y jugosas. Pero no. Estaba muy equivocado. Los Valencia-Cossio todavía tienen mucho que aportarle a la patria. Al menos eso es lo que ellos creen. No ha sido suficiente contribución la que ha hecho la docena de hermanos y hermanas, desde el sinnúmero de posiciones públicas y privadas, ni la turbia relación de Guillermo León -desde la Dirección Seccional de Fiscalías de Medellín, con un reconocido delincuente-, porque hay que darlo todo, como era la consigna del Viejo, y ella se traduce en una orden de imperativo e inquebrantable cumplimiento. Así es el ancestro paisa. Pero, por más que el jefe del clan de los Valencia-Cossio crea tener un compromiso perenne con la burocracia nacional, no le va a quedar bien continuar al frente de las carteras ministeriales del Interior y de Justicia, cuando va a tener que estar, a toda hora, haciéndole esguinces a su discurso para no pisarle la cola a su hermano calavera, ese Director de la Fiscalía de Antioquia, de la que el presidente Uribe -en airado discurso- se quejaba por haber sido defraudado y por estar en complicidad vetusta con los criminales a los que debía desenmascarar y perseguir. ‘Esta Fiscalía de Antioquia es una vergüenza’, dijo. Pero yo interpreté así: Esta Fiscalía de Antioquia, que estaba en cabeza del hermano del ministro del Interior y de Justicia, es una vergüenza. Yo creí, al escuchar el discurso del presidente en Medellín, que le estaba diciendo a su recién posesionado ministro, que lo dejara en libertad para disponer de su cargo. Y es que quienes puedan ser buenos ministros hay muchos. Si Fabio, como él dice y yo le creo, de verdad quisiera prestarle un valioso y decidido servicio al país, debería abandonar su puesto y no someter al presidente al desgaste de tenerlo en su gabinete. No crean que eso no hace daño. Al final es la suma de las pequeñas cosas lo que va restando en la cuenta de la popularidad, y eso es injusto con el presidente. Lo malo es que si a su designación -que cayó como un balde de agua fría entre la opinión pública que apoya y rodea al presidente, por tratarse del prototipo del político tradicional, marrullero y clientelista-, se le suma la circunstancia deplorable de la relación de su hermano, no como un particular común y corriente que es pariente de un ministro, sino como un jefe de fiscalía que defiende y ampara a los delincuentes, y la presencia de otro delincuente en el palacio de Nariño, en la posición del Ministro, eso va dando un cocinado muy difícil de tragar. Los amigos del presidente no lo deberían someter al desgaste de tenerlos que soportar y mantener, bajo el supuesto de que sus actos no son ilegales. En la decencia que demanda el ejercicio público, las más de las veces es peor lo inmoral que lo ilegal. Y tampoco es justo con el presidente que su peor problema en el gobierno sea tener que pasársela respondiendo por sus amistades y por sus subalternos.

ARCHIVO DEL BLOG