3 de septiembre de 2008

ES HORA DE PASAR LA PÁGINA

Todo indica que estamos entrando a una desaceleración de la economía -de impredecibles consecuencias-, producto de la crisis que se cierne sobre la faz de la tierra, que parece destinada a provocar devastadores resultados en las finanzas de la mayoría de las empresas y los hogares colombianos, similares a los que sobrevinieron a finales de la década anterior y durante los primeros años de ésta, cuando se vivió una situación matizada por la desconfianza general, la escasez del dinero, las quiebras masivas, el galopante desempleo, la acentuada recesión y las altas tasas de interés. Es -por lo tanto- hora de pasar la página que ha concentrado la atención de los colombianos durante los últimos meses, pero especialmente, la que ha distraído la atención de la clase dirigente nacional. Ya es hora de dejar las pequeñas rencillas parroquiales y las pendencias domésticas que dilapidan esfuerzos, derrochan energías y malogran resultados, para pasar a trabajar -de consuno- en la adopción de las políticas, las estrategias y los procedimientos que nos permitan afrontar la anunciada crisis, con el concurso de todos, con el propósito de minimizar sus devastadores efectos y de impedir que sus secuelas se ensañen con las comunidades y los núcleos sociales más desprotegidos y necesitados. Ya es hora de superar el capítulo de los chismes, las componendas, las conjuras -de todos los palacios- y los excesos de desconfianza en las instituciones. Ya ha sido suficiente con la denuncia del presidente de la República al presidente y a uno de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Ya hay que dejar a un lado el tema de los tazmanias, las yidis y los teodolindos, para abrirles paso a los acuerdos suprapartidistas y a las agendas concertadas con todos los actores económicos y sociales de la nación. Es hora de convocar a las mejores inteligencias nacionales, para abrirles paso a las soluciones de los grandes problemas que durante centurias han agobiado a la población colombiana, y que persisten, pese a los inmensos esfuerzos de los gobiernos. Ya le hemos gastado mucho tiempo -del bueno- a explicar los detalles de la operación ‘Jaque’. Ya es hora de sentirnos satisfechos por sus resultados, en vez de andar ofreciendo explicaciones peregrinas sobre los pequeños detalles que la pudieron opacar. Dejemos que la Cancillería se encargue de presentar las excusas y las explicaciones que demanda la Cruz Roja Internacional y cambiemos de tema, porque Colombia requiere mucha más dedicación de sus dirigentes. Guerra avisada no mata soldado, reza el dicho popular, que viene como anillo al dedo para la ocasión. No vaya a ser que por estar dedicados a las peleas internas, no le prestemos la debida atención a la crisis económica que tanto se ha anunciado, y se nos haga tarde para adoptar las medidas orientadas a precaver sus funestas consecuencias o a prevenir sus dañinos efectos.

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