CARLOS HUMBERTO ISAZA
OPINIONES LIBRES E INDEPENDIENTES
13 de septiembre de 2016
¿Humberto de la Calle el candidato de la Casa de Nariño?
¿Humberto de la Calle el candidato de la Casa de Nariño?: Luego de escuchar sendas entrevistas al dirigente Jaime Jaramillo Panesso en Radio periódico Clarín y la que publicó hoy el diario El Colombiano al ex pre
27 de marzo de 2015
CARTA ABIERTA A LA DOCTORA MARTHA ELENA BEDOYA
Pereira, 27 de marzo de 2015
Apreciada Doctora:
Sentí emociones encontradas al ver la foto en la que aparece Martha Elena Bedoya, brindándole su apoyo a Israel Londoño, para una nueva aspiración a la alcaldía de Pereira.
Siempre he creído que lo más parecido a la catarsis que Pereira necesitaba en el manejo de sus destinos públicos -cuando la hegemonía impuesta por una dirección complaciente, amparada en el dominio absoluto del escenario político, que permitió la relajación de las costumbres y el manejo turbio de los asuntos públicos en la ciudad-, había sido la administración de Martha Elena Bedoya.
Durante la hegemonía política de Riverita, la ciudad y el departamento llegaron a una de las peores crisis morales de las que se tenga conocimiento en su historia. En la búsqueda de una solución para sacar a Pereira de la condición a la que la había llevado una dirección prolongada y complaciente, el acceso de Martha Elena Bedoya a la alcaldía, en una gesta de la que me siento orgulloso de haber sido partícipe, tuvo suceso una de las administraciones, más austera, transparente y ejecutiva que recuerde la ciudad. Una administración recatada y juiciosa que les devolvió a los pereiranos, no sólo el manejo de sus ciudad, sino también una nueva esperanza en su futuro.
Por eso veo con tristeza la imagen en la que aparece Martha Elena Bedoya brindándole su apoyo a una persona que devolvió a Pereira a la misma senda de deterioro que ella había superado durante su administración. Y cuando registro esa imagen, pasan por mi mente muchos interrogantes, que me gustaría que tuvieran su respuesta: Doctora Martha Elena, ¿está usted convencida de que apoyando esa fórmula le está haciendo bien a la ciudad? Doctora Marta Elena, ¿está segura de que una nueva alcaldía de Israel Londoño es la que le garantizará a sus hijos y a sus nietos un futuro promisorio para Pereira? Doctora Martha Elena, ¿está segura de que la alcaldía de Israel recoge las aspiraciones que, para la ciudad, algún día usted me expresó en el diálogo que dio origen a la gesta que culminó con su elección a la Alcaldía? Doctora Martha Elena, ¿en esa compañía es en la que usted quiere culminar su vida política? Doctora Martha Elena, ¿por el amor a sus hijos y a sus nietos, está segura de que una nueva alcaldía de Israel Londoño es lo que les recomienda a sus conciudadanos?
Cuando las respuestas sinceras a esos sencillos interrogantes sean afirmativas, tendré la seguridad de estar equivocado. Mientras tanto, como cuando usted encarnó esa sana aspiración, yo estaré al otro lado, para confrontarlos, porque creo que al otro lado y combatiéndolos es como se le hace bien a Pereira. Y, de pasó, entenderé que todo es una farsa en la que los intereses personales son lo único que prevalece en la política y, como el poeta, 'mi fe en ti... habrá muerto'.
Como a usted bien le consta, mis esporádicas intervenciones en la vida pública no obedecen a la intención de ganar elecciones. Yo estoy acostumbrado a perderlas. Porque en política yo no me matriculo en las causas ganadoras, sino en las que le dan tranquilidad a mi espíritu.
Carlos Humberto Isaza
Pereira, 27 de marzo de 2015
Apreciada Doctora:
Sentí emociones encontradas al ver la foto en la que aparece Martha Elena Bedoya, brindándole su apoyo a Israel Londoño, para una nueva aspiración a la alcaldía de Pereira.
Siempre he creído que lo más parecido a la catarsis que Pereira necesitaba en el manejo de sus destinos públicos -cuando la hegemonía impuesta por una dirección complaciente, amparada en el dominio absoluto del escenario político, que permitió la relajación de las costumbres y el manejo turbio de los asuntos públicos en la ciudad-, había sido la administración de Martha Elena Bedoya.
Durante la hegemonía política de Riverita, la ciudad y el departamento llegaron a una de las peores crisis morales de las que se tenga conocimiento en su historia. En la búsqueda de una solución para sacar a Pereira de la condición a la que la había llevado una dirección prolongada y complaciente, el acceso de Martha Elena Bedoya a la alcaldía, en una gesta de la que me siento orgulloso de haber sido partícipe, tuvo suceso una de las administraciones, más austera, transparente y ejecutiva que recuerde la ciudad. Una administración recatada y juiciosa que les devolvió a los pereiranos, no sólo el manejo de sus ciudad, sino también una nueva esperanza en su futuro.
Por eso veo con tristeza la imagen en la que aparece Martha Elena Bedoya brindándole su apoyo a una persona que devolvió a Pereira a la misma senda de deterioro que ella había superado durante su administración. Y cuando registro esa imagen, pasan por mi mente muchos interrogantes, que me gustaría que tuvieran su respuesta: Doctora Martha Elena, ¿está usted convencida de que apoyando esa fórmula le está haciendo bien a la ciudad? Doctora Marta Elena, ¿está segura de que una nueva alcaldía de Israel Londoño es la que le garantizará a sus hijos y a sus nietos un futuro promisorio para Pereira? Doctora Martha Elena, ¿está segura de que la alcaldía de Israel recoge las aspiraciones que, para la ciudad, algún día usted me expresó en el diálogo que dio origen a la gesta que culminó con su elección a la Alcaldía? Doctora Martha Elena, ¿en esa compañía es en la que usted quiere culminar su vida política? Doctora Martha Elena, ¿por el amor a sus hijos y a sus nietos, está segura de que una nueva alcaldía de Israel Londoño es lo que les recomienda a sus conciudadanos?
Cuando las respuestas sinceras a esos sencillos interrogantes sean afirmativas, tendré la seguridad de estar equivocado. Mientras tanto, como cuando usted encarnó esa sana aspiración, yo estaré al otro lado, para confrontarlos, porque creo que al otro lado y combatiéndolos es como se le hace bien a Pereira. Y, de pasó, entenderé que todo es una farsa en la que los intereses personales son lo único que prevalece en la política y, como el poeta, 'mi fe en ti... habrá muerto'.
Como a usted bien le consta, mis esporádicas intervenciones en la vida pública no obedecen a la intención de ganar elecciones. Yo estoy acostumbrado a perderlas. Porque en política yo no me matriculo en las causas ganadoras, sino en las que le dan tranquilidad a mi espíritu.
Carlos Humberto Isaza
UNA SALIDA ESPERADA
Lo del retiro de Juan Manuel Arango, de la contienda por la candidatura liberal a la Alcaldía de Pereira y la renuncia al Partido, sin motivaciones públicas pero ofreciendo peregrinas excusas en privado, correspondena un síndrome común: pánico escénico.
Juan Manuel solo le había ganado las elecciones a dos señoras muy decentes, de esas que no se contaminaron de las marrullas de la política y que nunca concibieron la actividad proselitista como medios para alimentar la vanidad o para lograr el enriquecimiento. La única vez que confrontó a un candidato ‘tropero’, detrás del cual había toda una organización electoral, resultó derrotado, pese a que de su vencedor se decía ser un candidato ‘flojo’ y heredero del desgaste de su antecesor.
Aunque en todos los círculos de la política local se esperaba esa retirada, lo que me causó gracia fue la renuncia a un partido del que yo creí que se había ido escurridizamente hacía mucho tiempo. Al menos eso era lo que su comportamiento dejaba percibir, cuando le solicitó a un ex senador y ex alcalde, elegido con los votos del liberalismo, y a su secretario departamental, que renunciaran a sus posiciones y a su partido y se fueran para Cambio Radical; cuando enfiló a los concejales del liberalismo hacía ese mismo movimiento, en un vergonzoso episodio que tuvo que ser conjurado por el entonces jefe del liberalismo; cuando en las pasadas elecciones parlamentarias alineó a sus seguidores para que votaran por el candidato de ese mismo partido, Germán Varón Cotrino; o cuando -versión de mentideros- tiene listo el acuerdo que le garantice a un sobrino suyo la cabeza de la lista para la asamblea por el Centro Democrático. Más señales no se necesitaban para llegar a esa conclusión.
Juan Manuel Arango fue elegido dos veces alcalde de Pereira. Sus realizaciones, están ahí, a la vista del público. Fue un alcalde común y corriente. Carismático, si, pero común y corriente. Sus dos administraciones noes que hayan sido cosas del otro mundo. Si así lo hubieran sido, seguramente los electores de hace tres años no le habrían dado la espalda sino que lo habrían elegido. Pero no fue así. Lo derrotaron. Y derrotado se quedó. Huérfano de poder, de nómina, de presupuestos, de contratos, de escoltas…
Y, claro, esa soledad, produce muchos sentimientos. Por eso quiso reencaucharse diciendo que quería ser Senador, pero desistió. ¿O no? Entonces quiso ser Representante a la Cámara; pero desistió ¿O no? Después se antojó de la gobernación, pero desistió ¿O no? Entonces se encontró con la posibilidad de ser candidato a la alcaldía, en un escenario en el que no veíacontrincantes de peso específico, entre otras cosas, porque se imaginó que su pupilo de ayer -a quien hace tres años instó a que aspirara a la alcaldía-, daría un paso al costado para abrirle espacio a su candidatura. Por todo eso, y solo por eso, se antojó de aspirar nuevamente a esa posición.
Pero cuando se encontró con la realidad que él no esperaba, en la que el anterior alcalde -Israel Londoño-, quien transitoriamente estaba inhabilitado para aspirar a la alcaldía, por una decisión de la procuraduría, obtuvo su absolución y quedó apto para ser su contendor, apoyado en un partido numeroso y poderoso (el de la U), con la maquinaria de la alcaldía y con unas encuestas que -de lejos- lo superaban, se enfrentó a un escenario muy hostil a sus pretensiones y entró en lo que dije al comienzo: pánico escénico; o, en lenguaje coloquial,¡físico miedo!
Y es que otra derrota, en el terreno que cree dominar y en el que en el pasado se movía como pez en el agua, podría enterrarle su extenuada vida pública.
Pero lo más gracioso es que en los círculos privados, o a hurtadillas, y con la intención de encontrar la excusa necesaria para justificar su errático comportamiento, decidió tratar de convencer a sus interlocutores, a todos los cuales él considera ilusos, que ello obedece a que alguien, que no vive en Pereira hace veinte años, que no habla con los líderes, que no hace reuniones políticas, que no va a cocteles, que no pronuncia discursos, que no tiene puestos, que no ofrece contratos, que no ostentaposición en ningún partido… sea quien sacó de la escena, para la próxima contienda, al supuesto gran elector de Pereira. Este tablado parece el de la decadencia del matoneo. Eso está difícil de creer, aunque, por lo que a mi respecta, le quedo altamente reconocido.
31 de julio de 2014
LA ESTRATEGIA DE LA GUERRILLA
Tengo la sospecha de que la decisión de las FARC y del ELN de arreciar su actividad terrorista, no bastante el avance de las negociaciones que se surten en La Habana, obedece a una estrategia planificada, que está a punto de dar el único resultado esperado por los grupos subversivos.
La mesa de diálogos está literalmente cercada por observadores de todos los rincones del mundo. Personalidades con amplio reconocimiento mundial, por su bagaje en la defensa de los derechos civiles, que han ganado su prestigio mediante actividades filantrópicas desarrolladas a lo largo de todas sus vidas. Allí no solamente confluyen observadores de los países más respetuosos de los derechos humanos, sino también veedores de otras regiones del mundo, así como voceros de las víctimas y demás.
Ante el accionar irracional de la guerrilla, durante los últimos días, me surge la siguiente hipótesis:
La guerrilla definitivamente no está interesada en suscribir un acuerdo de paz. Pero ante el cerco que entorno de la mesa de diálogos tiene, de parte de observadores de países muy respetables de todo el mundo, encuentra imposible tomar la decisión de levantarse de la mesa, abandonar los diálogos y dejar truncado el proceso de paz, por causas imputables a su falta de interés.
Amparada en la determinación de no acceder a un cese de las hostilidades, está empeñada en hacer hasta lo imposible para colmar la paciencia del gobierno, al punto que sea éste quien un día, que no debe estar muy lejano, y ante la sucesión irracional de actos terroristas, imparta una orden perentoria a sus voceros en La Habana, en el sentido de que ante la actitud irracional de la guerrilla y ante la falta de interés en la negociación, se levanten de la mesa y abandonen el proceso de diálogo.
De esa manera la guerrilla dejará evidenciado, ante la opinión pública internacional, que es el gobierno el que no tiene intención de llegar a un acuerdo negociado y, de esa manera, habrá conseguido la exhibición mediática que era su único objetivo y la demostración, ante el concierto de las naciones, de que es el gobierno el belicista y el que no tiene interés en lograr la paz para los colombianos.
Bogotá, 31 de julio de 2014
7 de abril de 2014
EL DIFÍCIL CAMINO DE LA REELECCIÓN
Me temo que, como van las cosas, la
campaña reeleccionista del presidente Santos transita, inexorablemente, hacia una
contundente derrota. Existe la sensación de que sus estrategas están haciendo
todo lo posible para hundirla sin remedio.
1. Por su actitud frente a la situación
del alcalde Petro, porque: 1.1. Se trataba de una decisión temporal impuesta
por un organismo internacional que tiene, como única función, garantizar
derechos humanos. 1.2. Se manda un pésimo mensaje a la comunidad internacional
cuando un presidente desatiende las medidas cautelares dictadas en favor de un
hombre que se reintegró a la institucionalidad, después de un proceso de paz;
que cumplió los compromisos adquiridos durante esa negociación; que se sometió
al veredicto de las urnas, y que se desempeñaba como alcalde de la capital de
la República, cuando resultó destituido por un Procurador que goza del más alto
desprestigio a nivel nacional y de quien se sabe que incurrió en prácticas
corruptoras, para hacerse reelegir en el cargo que en la actualidad ostentan. 1.3.
Porque no hay duda de que los tratados internacionales ratificados por Colombia
hacen parte de la legislación interna del país y son de obligatoria aplicación;
por eso los medidas decretadas por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, un organismo oficial perteneciente a la OEA, eran de obligatorio
cumplimiento. 1.4. porque en los tratados internacionales ratificados por
Colombia existen normas que prohíben que los empleados elegidos por voto
popular sean destituidos por funcionarios administrativos, como es el caso de
la sanción impuesta por el Procurador General de la Nación.
2. Por la decisión de desacatar la medida
cautelar dictada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, con lo
cual, el presidente Santos le dio gusto a su adversario político más enconado,
el senador Álvaro Uribe Vélez, y se echó de enemigo a una de las personas
que mayor aceptación tiene en la opinión pública -especialmente en la de Bogotá, que tan
adversa le fue en los comicios para el Senado-, sellando su ruptura con quien
habría podido ser un gran aliado estratégico en su pretensión de ser reelegido
a la presidencia.
3. Por la errática estrategia de medios,
adoptada por la campaña de la reelección. Si algún concepto tiene vigencia, validez
y relevancia en una campaña mediática, es la 'recordación'. Pues bien, la
expresión 'Santos', que es la que tiene la característica de la
recordación, fue desechada por la estrategia de medios de la campaña
reeleccionista. Cuando uno pregunta ¿quién es el presidente Colombia? Sin
excepción todas las personas interrogadas contestan 'Santos'. No obstante la
estrategia de medios de la campaña reeleccionista decidió utilizar la expresión
'Juan Manuel', con lo que se generan graves confusiones a nivel regional.
4. Por la incapacidad que tiene el
gobierno para socializar y difundir de manera seria y creíble, los
resultados de su gestión. Las cifras macroeconómicas de Colombia marcan
indicadores muy buenos: crecimiento de la economía, tasa de desempleo, tasa de
inflación, tasa de reducción de la pobreza etc. No obstante, ante la opinión
pública, probablemente debido a la gestión de sus detractores, como el senador
Álvaro Uribe Vélez, esos indicadores no son coincidentes con la
aceptabilidad de la gestión del gobierno del presidente.
5. Por la sensación que da el presidente
Santos, de haber dejado colonizar su gobierno por el samperismo, casta política
que padece el mayor desprestigio ante la opinión pública colombiana.
6. Menos reciente, pero no menos cierto:
durante este gobierno, las bacrim se posicionan como la nueva realidad perversa
de Colombia. Y eso, es muy trascendental a la hora de decidir por quien votar
para la presidencia de la república.
14 de diciembre de 2013
DISCURSO EN EL SESQUICENTENARIO DE PEREIRA
NOTA: El Concejo Municipal de Pereira, por unanimidad, decidió imponer la Medalla al Mérito Cívico y Comunitario, con ocasión del sesquicentenario (150 años) de la fundación de la ciudad, al autor de este blog, Carlos Humberto Isaza. Éste fue el discurso de aceptación de la presea:
=====================
DISCURSO DE ACEPTACIÓN DE LA MEDALLA AL MÉRITO CÍVICO Y COMUNITARIO, IMPUESTA POR EL CONCEJO MUNICIPAL DE PEREIRA, EN EL SESQUICENTENARIO DE LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD
Por CARLOS HUMBERTO ISAZA
(30 de agosto de 2013)
Desde todos los confines de los Andes, se divisa majestuosa la silueta de una ciudad asentada en el lomo de una montaña que sirve de suelo a este pueblo que la llena, por igual, de orgullo, de vanidad y de vergüenza, y que le da sustancia al verbo de Luis Carlos González[1]’:
“Porque se volvió ciudad,murió mi pueblo pequeño.
En esta, la ciudad de Valeriano Marulanda, de Valentín Deaza, de Jesús María Hormaza, de César Gaviria, de Luis Carlos González, de Gonzalo Vallejo, de Octavio Mejía, de Marceliano Ossa, de Germán Gaviria, de José Domingo Escobar, de Alfonso Hurtado, de Rita Arango, de Hernán Ramírez, de Alfonso Jaramillo, de Manuel Mejía, de Jorge Roa, de Guillermo Ángel, de Rafael Cuartas, de Gilma Gómez, de Javier Ramírez, de Alberto Mora, de Hans Drews, de Lucy Tejada, de Emiliano Isaza, de Jaime Escobar, de Hugo Ángel, de Aquilino Bedoya, de Deogracias Cardona, de Alberto Mesa, del Bolívar Desnudo, del Ballet Michua, del Matecaña, del Deportivo Pereira, del Rincón Clásico, de Egoyá, del Otún, del Consota, del Alto del Nudo, de Arracacho, de Guspelao, de las retretas en la Caseta del Lago… en fin, la de esa gente, esos lugares y esas cosas… que ahí están, en mezcla heterogénea, en hipotético similar al del divino poeta repartiendo sinos, bajo el inclemente veredicto: ‘por sus frutos los conoceréis’.
Su recuerdo perdura en nuestras mentes y desfila por el subconsciente colectivo en un viaje, ya sesquicentenario, pero perenne.
Unos muertos… otros, nostálgicas referencias, y otros vivos … A aquellos, mi venia reverente, porque frente a las tumbas solo valen las cabezas inclinadas. A los de allí, mi evocación melancólica. Y a estos, mi tributo de admiración y de respeto.
A diferencia de mis compañeros, la distinción con la que me honra el Concejo de Pereira tiene un significado estrictamente subjetivo: es la exaltación a quien no exhibe mérito equiparable a los que hicieron grandes a nuestros mayores. Mis realizaciones, pocas o muchas, solo corresponden al laborioso desempeño en los cargos que me han encomendado.
Invocando el beneficio de la duda, debo pensar que la razón que pudo inspirar a esta Corporación, en su sesquicentenario, a imponerme la insignia que me llena de orgullo, fue el haber reconocido el ejercicio, durante lustros ya, de una especie de conciencia crítica del acontecer de una ciudad que, si bien, ha vivido momentos fulgurantes, también ha transitado otros que la han avergonzado ante propios y extraños.
La experiencia ha demostrado que un buen gobierno local es capaz de proyectar a una ciudad por la senda de la prosperidad; en tanto que una infortunada administración frena su desarrollo, aumenta la brecha social, e incuba los gérmenes de la intolerancia y de la miseria.
No obstante los innegables avances, algunas de las administraciones del último cuarto de siglo le han infligido daño a Pereira, le han frenado su desarrollo, y han hecho de una ciudad que, hasta hace poco se disputaba el quinto lugar en importancia nacional, la duodécima, superada por Soledad y por Soacha, y con la triste perspectiva de serlo por Villavicencio, antes de un año.
No obstante, quiero resaltar la decisión de esta Corporación, que ha adoptado la determinación de marcar reflexiva distancia, en una conducta que manda alentador mensaje a una comunidad que había llegado a los límites de la desesperanza, frente al poder concebido como instrumento de simonía, aplicado sin recato y sin vergüenza.
De una ciudad que conoció en el ejemplo de Valeriano Marulanda las leyes de la decencia; que aprendió de Octavio Mejía el decoro en la conducción de los destinos públicos; que recibió de Gonzalo Vallejo y de Germán Gaviria cátedra de pudor en el manejo del erario, y que con Juan Guillermo Ángel, hizo la práctica del buen gobierno; de esa Villa austera y recatada en lo público -aunque trasnochadora y morena-, fuimos pasando a un modelo de ciudad diferente; en la que por cuenta de la malicia consentida, llegamos al escenario del ‘todo vale’, en el que se trastocaron los valores edificados en ciento y más años de decencia; se arrasó con lo que era transparente y digno, y trataron de imponerle a este pueblo, que es irreductible y rebelde, la ley del soborno, del saqueo y del estupro.
Oponernos a ello! … alzar el grito contra ello! … clamar por un futuro respetable, es el único adorno de mi espíritu, que pueda justificar esta merced.
Allí es donde adquiere dimensión la actitud que no ha ofrecido tregua, transacción o complacencia, para decir, como Álvarez Hidalgo:
“Sus sátiras bruñidas y punzantes.espadas son, forjadas en Toledo. (…)Su acusadora voz fue desterrada,pero siguió elevándose en el viento,alejada, quizás, no silenciada.”[2]
Señoras y Señores: … si alguna expresión recoge en síntesis perfecta la aspiración colectiva en todos los confines del orbe, es la palabra justicia.Y, si un gran dolor acongoja a nuestra patria, es el que le provoca la degradación de su justicia, contaminada por una fracción infame que, prevalida de su majestad y de su poder, la usa para corromperla, cual cortesana, en busca de quien pague su precio. Una justicia a la que, indulgentemente ilustra -con jocoso dramatismo- la rima anónima hallada en una celda:
“Aquí, por justa sentencia,yace un ladrón vergonzante,que no robó lo bastante,para probar su inocencia.”[3]
¡Las recientes encuestan son tan elocuentes, que nos llenan de temor y de vergüenza!
Impulsados por el civismo que siempre ha sido motor y fortaleza de esta tierra, hace más de seis décadas, nuestros visionarios mayores construyeron un aeropuerto, motivo de orgullo para los pereiranos e insumo esencial para nuestro desarrollo.
Lo hicieron, para adelantarse al futuro y para contribuirle a la nación con la prestación de un servicio de su cargo; pero nunca imaginaron que haberlo hecho por su cuenta se convertiría en la talanquera que durante décadas sería el pretexto para que la nación lo abandonara a su suerte, pese a ser el aeródromo por el que se moviliza el 70% de los pasajeros del Eje Cafetero y el Norte del Valle.
El aeropuerto Matecaña siempre va a estar en Pereira. De aquí no se irá sin desgarrar la entraña de los pereiranos. Pero es necesario que la nación lo sienta como un aporte a sus deberes y no como una carga para sus presupuestos. A la Ministra Cecilia Álvarez nuestro reconocimiento. Ella ha hecho un gran esfuerzo, que todos le agradecemos y que será, quizá, el mejor aporte del actual gobierno a esta región. Pero necesitamos que sea incorporado a los presupuestos anuales de la Aeronáutica, para garantizar que sea moderno, eficiente y seguro, y que le siga brindando un gran servicio a los colombianos.
El Parque Temático de Flora y Fauna es una realidad que va a contribuir a consolidar el eje turístico de esta región, que constituye el segundo destino nacional. Ese parque es una aspiración regional. Debemos alcanzar un compromiso de la nación con su desarrollo, porque él no solo será un atractivo turístico, sino, también, una fuente importante de empleos y un dinamizador de las actividades conexas al mismo.
El café, esa bendición que durante décadas impulsó la economía nacional; que permitió que centenares de hogares dedicados a su explotación tuvieran unas vidas dignas; que dio las pautas para edificar el criterio de solidaridad y de redistribución de la riqueza; hoy está sometido a los vaivenes de una economía inclemente. Abandonarlo a su suerte le hace daño a la nación; le ahonda la brecha de desigualdades, y constituye fermento de perturbación, de inestabilidad y de zozobra.
Honorables Concejales, mi agradecimiento infinito y mi reconocimiento sincero por las labores que realicen en bien de los destinos de Pereira. Todos sus actos quedarán grabados, con signos indelebles, en la historia de esta ciudad.
Señor Ex presidente Gaviria, a usted, que es mi mentor, mi compañero de labores y mi amigo de toda la vida, mi admiración y mi agradecimiento por su presencia. Toda palabra para referirme a sus cualidades, cae en la redundancia.
Señoras y Señores, muchas gracias por su presencia en este acto.Concejal Juan Pablo Gallo, reciba la manifestación de mi admiración por su condición humana, y mi exhortación para que siga cultivando esas virtudes de caballero en la política; aunque creo que debió dejarme decir, como el poeta,
“mira si mi virtud es suficiente,antes de comenzar tan ardua empresa”.
Muchas gracias.
Pereira, 30 de agosto de 2013
19 de julio de 2013
CORRUPCIÓN EN LA JUSTICIA
LA CORRUPCIÓN EN LA JUSTICIA
Quedé perplejo con los resultados de la encuesta, publicada por el la ONG Transparencia Internacional, sobre los niveles de corrupción en Colombia.
Que el 27% de los ciudadanos encuestados acepte haber sobornado a policías, es grotesco, pero tiene un significado muy diferente a que el 19% lo haya hecho con la justicia. La diferencia es monstruosa. Al fin y al cabo, el cuerpo de policía nacional debe corresponder a cerca de 200 mil uniformado, expuestos todo el día al contacto callejero, metidos en cuanto antro y cloaca de malandrines haya por los cuatro costados del país. Pero la justicia no. Los jueces y los fiscales en Colombia son apenas unos miles. Y la justicia no anda en contacto permanente con la gente. La justicia trabaja allá en sus despachos, distante y ajena. A ella se suele acceder a través de abogados y de memoriales. Ella no interactúa con la ciudadanía. Hasta a los mismos sujetos procesales les queda -la mayoría de las veces-, difícil acceder al contacto directo con su juez o con su fiscal.
Así como la policía tiene relación permanente con los ciudadano, en las calles, en los caminos, en las veredas, en los retenes, en los puestos de control, en los bares, en las cantinas, en los buses, en los parque, en las aceras, en los corrillos, uno puede llegar a entender que de ese contacto directo surja un razonable porcentaje de corrupción representada en los sobornos de los que da cuenta la mencionada encuesta. Pero con la justicia ocurre algo diferente. Algo delicado y digno de ser revisado con sentido aséptico y con criterio de médico patólogo, dispuesto a arrancar, de tajo, aquello que corroe tan severamente a la ya de por si desprestigiada ‘majestad de la justicia’ colombiana.
Que el casi 20% de los colombianos reconozca haber sobornado a la justicia es muy grave. La justicia es como la sal, no se puede corromper. Porque si la justicia se corroe, ¿quien nos va a sacar de semejante encrucijada? Y el cuento ese de que lo hace solo para ‘agilizar los trámites’, que dan como justificación los sobornadores, es cuento chino. No lo duden, es para procurar obtener una decisión favorable. ¡Qué horror!
Cuando Colombia se sacuda la enjalma que cubre el lomo de su aparato judicial, se va a encontrar con unas llagas del tamaño del animal entero. Va a descubrir algo que es un secreto a voces: que paralelo a la justicia existe una mafia que la rodea, que la permea, que la condicionan y que la constituyen en una herramienta peligrosa del poder de un Estado que es consciente de la existencia de esos males, pero que no hace nada por remediarlos.
http://www.cmi.com.co/?n=110348
3 de septiembre de 2008
CON LA MISMA VARA CON LA QUE MIDAS...
De lo que ha pasado en Colombia últimamente, lo mejor ha sido, sin duda, la convocatoria del vicepresidente Santos a sus compañeros del alto gobierno, para deponer el ímpetu beligerante y para enarbolar las banderas de la concordia. Así como, de lo peor que registremos, es que el presidente -líder natural que es de la nación colombiana- la haya rehusado y que, en respuesta, haya dejado sentir que prefiere la confrontación a la paz propuesta.
Y es que no se ve bien, bajo una misma ética, rehusar la invitación que hace su vicepresidente, cuando permanentemente les está echando un discurso a los alzados en armas, para que las depongan, acepten la mano tendida del gobierno y se reincorporen a la vida civil; porque quien no da ejemplo, no tiene derecho a corregir.
Y tampoco está bien, bajo la misma ética, exhortar públicamente al senador Juan Fernando Cristo, para que le diga al país si llevó o no, dineros de dudosa procedencia, durante la campaña presidencial de 1994, bajo el apremio de que ‘él sabe por qué se lo digo’, cuando al mismo tiempo denuncia al periodista Daniel Coronell por no haber revelado, hace tres años, la supuesta comisión del delito de cohecho -del que tenía conocimiento-, por parte de la tristemente célebre exrepresentante a la Cámara Yidis Medina.
Y es que, si Coronell sabía lo de Yidis y no lo dijo, eso está mal, así como, si el presidente Uribe sabía lo de Cristo y tampoco lo dijo, también lo está. Y ahí cabe preguntarse quién incurre en peor falta: si el que actuó de esa manera, como periodista, invocando la protección de su fuente, o quien sacó los trapos al sol, después de catorce años, por retaliación, así ambas conductas puedan ser reprochables.
Y tampoco cuadra bien, bajo esa misma ética, que el presidente Uribe invoque que el liberalismo oficialista no tiene autoridad moral por las cosas del inmediato pasado, cuando él fue, durante toda su vida miembro muy importante de esa colectividad y -algo más- quizá el segundo o tercero en línea, del grupo político liderado por el también tristemente célebre e indigno expredidente Samper.
Y tampoco suena bien, bajo la misma ética, que el presidente Uribe diga que el gobierno Gaviria se alió con los Pepes, en contra de Pablo Escobar. Y no suena bien en los labios de un presidente de la República porque, primero, esa afirmación correspondería a una declaración de él como funcionario público obligado a denunciarla oficialmente, como lo ha demandado del periodista Coronell, y segundo, porque hay mucha diferencia entre la supuesta colaboración de un grupo al margen de la ley, para actuar en contra del peor delincuente de la humanidad, en ese entonces, y la denuncia de la Corte Suprema de Justicia, en el sentido de que el gobierno está armando un complot con los ‘paracos’ pero, esta vez, para acabar con una de las instituciones más respetadas de nuestro establecimiento: la Corte Suprema de Justicia; porque aunque ambas suposiciones sean en extremo reprochables, algo hay de diferencia entre Saulo y Paulo.
Lo mejor, definitivamente, es que se enarbolen las banderas de la paz que invocó el vicepresidente Santos, y que se atemperen los espíritus. Los enemigos de la nación no están en las direcciones de los partidos de oposición, ni en las Cortes, ni en los palacios oficiales. Ellos están felices en sus madrigueras, presenciando el circo montado por quienes tienen la obligación de conservar la calma y demostrar mesura.
ADIOS, MINISTRO
Yo, la verdad, creía que los Valencia-Cossio ya habían dado todo lo que tenían para dar. Estaba seguro de que su ‘aporte a la patria’, como ellos llaman su relación permanente con la burocracia y con el presupuesto, había concluido con la embajada de Fabio ante la Santa Sede. Hasta pensaba que si habían pasado de moda en los círculos burocráticos oficiales era porque habían llegado a la edad de las jubilaciones y las habían tenido abundantes y jugosas. Pero no. Estaba muy equivocado.
Los Valencia-Cossio todavía tienen mucho que aportarle a la patria. Al menos eso es lo que ellos creen. No ha sido suficiente contribución la que ha hecho la docena de hermanos y hermanas, desde el sinnúmero de posiciones públicas y privadas, ni la turbia relación de Guillermo León -desde la Dirección Seccional de Fiscalías de Medellín, con un reconocido delincuente-, porque hay que darlo todo, como era la consigna del Viejo, y ella se traduce en una orden de imperativo e inquebrantable cumplimiento. Así es el ancestro paisa.
Pero, por más que el jefe del clan de los Valencia-Cossio crea tener un compromiso perenne con la burocracia nacional, no le va a quedar bien continuar al frente de las carteras ministeriales del Interior y de Justicia, cuando va a tener que estar, a toda hora, haciéndole esguinces a su discurso para no pisarle la cola a su hermano calavera, ese Director de la Fiscalía de Antioquia, de la que el presidente Uribe -en airado discurso- se quejaba por haber sido defraudado y por estar en complicidad vetusta con los criminales a los que debía desenmascarar y perseguir. ‘Esta Fiscalía de Antioquia es una vergüenza’, dijo. Pero yo interpreté así: Esta Fiscalía de Antioquia, que estaba en cabeza del hermano del ministro del Interior y de Justicia, es una vergüenza.
Yo creí, al escuchar el discurso del presidente en Medellín, que le estaba diciendo a su recién posesionado ministro, que lo dejara en libertad para disponer de su cargo. Y es que quienes puedan ser buenos ministros hay muchos.
Si Fabio, como él dice y yo le creo, de verdad quisiera prestarle un valioso y decidido servicio al país, debería abandonar su puesto y no someter al presidente al desgaste de tenerlo en su gabinete. No crean que eso no hace daño. Al final es la suma de las pequeñas cosas lo que va restando en la cuenta de la popularidad, y eso es injusto con el presidente.
Lo malo es que si a su designación -que cayó como un balde de agua fría entre la opinión pública que apoya y rodea al presidente, por tratarse del prototipo del político tradicional, marrullero y clientelista-, se le suma la circunstancia deplorable de la relación de su hermano, no como un particular común y corriente que es pariente de un ministro, sino como un jefe de fiscalía que defiende y ampara a los delincuentes, y la presencia de otro delincuente en el palacio de Nariño, en la posición del Ministro, eso va dando un cocinado muy difícil de tragar.
Los amigos del presidente no lo deberían someter al desgaste de tenerlos que soportar y mantener, bajo el supuesto de que sus actos no son ilegales. En la decencia que demanda el ejercicio público, las más de las veces es peor lo inmoral que lo ilegal. Y tampoco es justo con el presidente que su peor problema en el gobierno sea tener que pasársela respondiendo por sus amistades y por sus subalternos.
ES HORA DE PASAR LA PÁGINA
Todo indica que estamos entrando a una desaceleración de la economía -de impredecibles consecuencias-, producto de la crisis que se cierne sobre la faz de la tierra, que parece destinada a provocar devastadores resultados en las finanzas de la mayoría de las empresas y los hogares colombianos, similares a los que sobrevinieron a finales de la década anterior y durante los primeros años de ésta, cuando se vivió una situación matizada por la desconfianza general, la escasez del dinero, las quiebras masivas, el galopante desempleo, la acentuada recesión y las altas tasas de interés.
Es -por lo tanto- hora de pasar la página que ha concentrado la atención de los colombianos durante los últimos meses, pero especialmente, la que ha distraído la atención de la clase dirigente nacional. Ya es hora de dejar las pequeñas rencillas parroquiales y las pendencias domésticas que dilapidan esfuerzos, derrochan energías y malogran resultados, para pasar a trabajar -de consuno- en la adopción de las políticas, las estrategias y los procedimientos que nos permitan afrontar la anunciada crisis, con el concurso de todos, con el propósito de minimizar sus devastadores efectos y de impedir que sus secuelas se ensañen con las comunidades y los núcleos sociales más desprotegidos y necesitados.
Ya es hora de superar el capítulo de los chismes, las componendas, las conjuras -de todos los palacios- y los excesos de desconfianza en las instituciones. Ya ha sido suficiente con la denuncia del presidente de la República al presidente y a uno de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Ya hay que dejar a un lado el tema de los tazmanias, las yidis y los teodolindos, para abrirles paso a los acuerdos suprapartidistas y a las agendas concertadas con todos los actores económicos y sociales de la nación. Es hora de convocar a las mejores inteligencias nacionales, para abrirles paso a las soluciones de los grandes problemas que durante centurias han agobiado a la población colombiana, y que persisten, pese a los inmensos esfuerzos de los gobiernos.
Ya le hemos gastado mucho tiempo -del bueno- a explicar los detalles de la operación ‘Jaque’. Ya es hora de sentirnos satisfechos por sus resultados, en vez de andar ofreciendo explicaciones peregrinas sobre los pequeños detalles que la pudieron opacar. Dejemos que la Cancillería se encargue de presentar las excusas y las explicaciones que demanda la Cruz Roja Internacional y cambiemos de tema, porque Colombia requiere mucha más dedicación de sus dirigentes.
Guerra avisada no mata soldado, reza el dicho popular, que viene como anillo al dedo para la ocasión. No vaya a ser que por estar dedicados a las peleas internas, no le prestemos la debida atención a la crisis económica que tanto se ha anunciado, y se nos haga tarde para adoptar las medidas orientadas a precaver sus funestas consecuencias o a prevenir sus dañinos efectos.
LA PRIMACÍA DE LA VERDAD
Presidente Uribe, todos los ciudadanos de bien estamos felices con los éxitos arrojados por la política de ‘seguridad democrática’ -que constituye uno de los pilares fundamentales de su programa de gobierno-, concretamente en lo que tiene que ver con las liberaciones de personas inocentes, sometidas a injustos e infamantes cautiverios por parte de la guerrilla. De eso no tenga dudas. Algo más, su propuesta para combatir el crimen organizado fue, quizá, la razón principal que tuvieron los colombianos para elevarlo al solio de los presidentes, así como los resultados de ella, durante su primer cuatrienio, constituyeron unos de los principales alicientes para su abrumadora reelección. Esas son verdades de apuño.
Si desde el momento en que se nos comunicó, mediante la rueda de prensa concedida por el ministro Santos, que a través de la llamada ‘operación Jaque’ se había logrado la liberación de Íngrid Betancurt y catorce de sus compañeros de infortunio, se nos hubiera dicho toda la verdad relacionada con el operativo, estaríamos igualmente felices.
Si el gobierno y los generales, por quienes el pueblo colombiano profesa respeto y agradecimiento, nos hubieran dicho que usaron el emblema de la Cruz Roja y el de TeleSur como partes de la estrategia para lograr la liberación -incruenta- de los secuestrados, seguramente lo habríamos procesado como cuestionables recursos para lograr un fin altruista, y ya nos habríamos salido de ese pequeño incidente. Nos habríamos quedado con el pecado, pero también con el género, y nada habría pasado.
Lo que no nos cuadra es que cada que aparecen documentos fílmicos relacionados con el operativo, tengan que salir a adecuar una disculpa orientada a tratar de engañar, bajo el supuesto de que todos somos incautos. Que el emblema de la Cruz Roja se utilizó por un oficial que se puso nervioso al momento del desembarco, primero, y que fue que al gobierno no se le dijo toda la verdad, después… son argumentos que empiezan a ser vistos como partes de una especie de coartada orientada a encubrir algo que no se quiere dejar ver en su verdadera dimensión. Y no es justo ni con la opinión pública ni con el gobierno, cuando se tuvo un resultado tan contundente y tan plausible.
Pero lo que más nos inquieta es que ahora -cuando a través de uno de los medios de comunicación se muestra un video en el que se devela que el supuesto oficial ‘nerviosito’ no actuó tan a las carreras, al momento de llegar al sitio del rescate, sino que estaba usado el emblema de marras desde el inicio de la operación-, salga el ministro Santos a decir que esa filtración debió corresponder a un acto de corrupción constitutivo de ‘traición a la patria’. Esa afirmación si tiene que dejarnos seriamente preocupados.
En caso de tratarse de un supuesto ‘acto de corrupción’, éste habría tenido, como protagonista, al menos, a agentes de extrema confianza del gobierno. Precisamente de aquellos en quienes se depositó el sigilo y la responsabilidad del rescate. No nos pueden venir con el cuento de que el eventual acto de corrupción fue el resultado de la acción de los enemigos del gobierno. Y lo otro que nos debe dejar seriamente preocupados es que el ministro anuncie públicamente que el acceso a la verdad, en un régimen democrático, abierto y tolerante como ha sido el nuestro, se constituya en un acto de ‘traición a la patria. No, Señor ministro. Así no puede ser, porque o usted está equivocado o el gobierno está dando muestras preocupantes de totalitarismo.
Salga a reconocer los errores, ofrezca las excusas del caso, afronte las consecuencias de decir la verdad y siga recibiendo el reconocimiento del pueblo, por la transparencia y por los resultados de su gestión, y no por la deliberada decisión de mantenernos apartados de la verdad o sometidos a veladas amenazas que no le hacen bien a la legitimidad, ni al gobierno, ni a la democracia.
LA NEGOCIACIÓN DIRECTA
Tal como están las cosas, adquiere plena vigencia y mucho sentido que el gobierno nacional se haya decidido -de una vez por todas- por intentar la negociación directa con la cúpula de las Farc.
La intervención de las jerarquías de iglesia católica -pese a su rancia tradición diplomática y mediadora-, se tornó en improcedente, por cuenta del estigma impuesto por la guerrilla a su labor mediadora, al pasar a considerarla, de buenas a primeras, en representante de los intereses de su contraparte -el Estado colombiano- en la mesa de negociaciones.
La actuación de la senadora Piedad Córdoba, a su vez, se convirtió en una especie de puerco espín, por la mezcla explosiva de elementos que le fue agregando a su fórmula mediadora, hasta hacerla imposible de tener en cuenta, así sus posiciones frente a la subversión le dieran una amplio espectro negocial que, desafortunadamente, se malogró para las esperanzas de los secuestrados y para la convivencia de los intereses de la guerrilla, el establecimiento y las instituciones democráticas. Con ella, como suele decirse, ‘esa platica se perdió’.
De la mediación de los países facilitadores, poco queda. La francesa solo estaba interesada -a toda costa- en la liberación de Íngrid. Sano propósito, sí, pero mezquino también. Al hacer el balance de la postura gala frente al drama de los secuestrados, a uno le queda una sensación agridulce. ¡Qué extraña y cicatera posición la de la nación que adoptó, como razón de su existencia, la expresión ‘libertad, igualdad y fraternidad’!
La venezolana, no solo se constituyó en un error garrafal, el haberla vinculado, sino que, a la postre, pese a los resultados arrojados, terminó convertida en una especie de cordón umbilical indisoluble entre la guerrilla y el mediador, que pasaba por encima de las partes y de la que surgió un verdadero calvario para las relaciones de los dos países, al tomar la determinación de suspenderla. Reza un axioma ya probado, que uno no puede nombrar a alguien al que no pueda desnombrar fácilmente. Ahí estuvo el error del presidente Uribe, en nombrar como mediador al presidente Chávez, cuyo relevo le significó no solo un fuerte desgaste, sino también la aparición de muchas de sus ya notorias canas.
Y la suiza, ni para que comentarla. Llena de recelos, de sospechas, de verborrea antigobiernista, de retórica proguerrillera y de la utilización de su valija mediadora como correo para, a través de Costa Rica, movilizar dineros cuya procedencia y destino nadie conoce a ciencia cierta.
Por eso, bienvenida la negociación directa con la dirigencia de las Farc. Solo que ahora, con ocasión de la evolución de los acontecimientos y de la real situación de la guerrilla, lo que se debe abrir paso, por encima de unas conversaciones para lograr un acuerdo humanitario, es la negociación -cara a cara- de un proceso de paz definitivo, que le ponga fin a esta orgía de violencia a la que ya nos hemos acostumbrado.
2 de abril de 2008
ALFONSO LÓPEZ MICHELSEN
Conocí a López una noche de noviembre de 1981 en la que hizo el lanzamiento de la campaña con la que intentó su reelección a la presidencia. Nunca lo podré olvidar. Siempre estuve al corriente de su periplo político, desde que siendo apenas un niño interrogué a mi padre -un oficialista irreductible- acerca de lo que significaba la sigla MRL, que leía en todo momento al frente de nuestra casa. ¡Movimiento Revolucionario Liberal! -me dijo-, y me extraño de la respuesta, que en ese acrónimo estuviera incorporada la expresión ‘revolucionario’ ligada a ‘liberal’ y sirviendo de enseña a un hombre que había vivido -pensé- las mieles del poder, en épocas en las que por lo reciente de la revolución cubana y por la paranoia macartista, lo revolucionario tenía una cierta connotación extremista y un tufillo a castrista.
Aún sin conocerlo lo admiraba. No dudo en afirmar que es el colombiano más brillante que me ha tocado vivir. En mi niñez pasaba horas enteras escuchando diariamente los discursos que Yamid Amat retransmitía muy entrada la noche, con el pretexto de ser noticia, pero que yo interpretaba como ventajas para la campaña, en la que -en un duelo de inteligencias superiores- se enfrentó a Álvaro Gómez y a su propuesta ‘desarrollista’. ¡Que delicia escucharlo! ¡Qué tiempos aquellos! ¡Que inteligencias tan encumbradas!
Durante un tiempo, bajo el auspicio, tal vez del IPL, consignaba su pensamiento en unos cuadernillo en los que cada vez me asombraba más por su profundidad, al tratar temas tan diferentes como complejos de la vida colombiana y del entorno latinoamericano. De éstos recuerdo, sobremanera, uno titulado ‘latinoamérica años ochenta’, en el que nos aproximaba al entorno continental, como cuando desde una cumbre se divisa el horizonte. En ese cuadernillo, y a través de López, entendí lo que para él significaba el latinoamericanismo. Ese que se cristalizó en el acuerdo Carter-Torrijos, que él propiciara, y que repercutiera en la devolución del Canal a los Panameños y en el retiro de los Estados Unidos de la zona del istmo.
Él sabía hablar con toda propiedad sobre distritos de riego, ciclos agrícolas, economía, petróleo, café, ganadería, conflicto armado, acuerdos internacionales, etc. Era experto, como el que más, en varios géneros musicales. Nunca olvidaré cuando a todos los tangófilos nos puso a buscar la letra de ‘anclao en París’, al afirmar, ante su contertulio de ocasión, que era el aire de arrabal de sus preferencias… Con igual propiedad hablaba de boleros, de rancheras, de vallenatos, hasta ser reconocido como el más conocedor de cada uno de estos géneros, así como el más aventajado comentarista de los temas que le interesaban.
Un día de ese mismo noviembre de 1981 tuve el privilegio de departir toda una noche con él. El Club Campestre de Armenia sirvió de marco para que, en compañía de Hernando Gómez Buendía, César Gaviria y la Niña Ceci, y siendo aún muy joven, me deleitara con su pausado hablar y su finura en el trato. Esa vez tuve el placer de escucharlo en ‘petite committee’. Habló de su estrategia para la campaña reeleccionista que iniciaba, sus apreciaciones sobre la convención de Medellín y su interpretación de la entonces llamada ‘encerrona de Sincelejo’. Conocí de sus labios la percepción que tenía de los colombianos, y la de quienes hasta ese momento habían sido sus émulos en la disputa por la nominación de su partido: Augusto Espinosa y Alberto Santofimio. Se refirió a su adversario Betancur y nos trató de demostrar por qué no se podían llevar a la práctica sus propuestas electorales. Al día siguiente, en la plaza, pronunció la frase que marcó el sino derrotista su campaña: ¡no se puede! La misma que sirvió de pretexto para que Betancur acuñara la suya: el demoledor ¡sí se puede! que terminó imponiéndose y que definió la suerte de las urnas ese lamentable 30 de mayo de 1982, en que los colombianos le negamos la oportunidad de volver a dirigir nuestros destinos, para confiárselos a Belisario, el inconforme decidido que -según él mismo- necesitaba Colombia.
Era muy grande ese López que nos toco vivir y que pocos logramos conocer en su verdadera magnitud. Por eso nunca se me olvidará cuando, revisando el comunicado que el director del Partido Liberal expediría con ocasión de su reciente fallecimiento, le llamé la atención respecto de la expresión ‘fue el colombiano más inteligente del siglo pasado’, pues se me vinieron a la memoria nombres como el de López Pumarejo, Los Lleras, Gaitán, Galán… Gaviria me contestó, tajantemente: ¡fue él, deje así!
No alcanza el tiempo y menos el espacio de una columna para hablar de López. Pero si para pedir paz en su tumba y para homenajearlo con el tango de sus afectos:
Tirao por la vida de errante bohemio
estoy, Buenos Aires, anclao en Paris.
Cubierto de males, bandeado de apremio,
te evoco, desde este lejano pais…
chisaza@yahoo.com
17 de julio de 2007
LOS PRECIOS DE LA TIERRA EN COLOMBIA
Las mejores tierras comprendidas dentro de la frontera agropecuaria de Colombia, se han convertido en bienes inaccesibles. Por cuenta de la proclividad de los narcotraficantes a la adquisición de inmensos predios para destinarlos a su actividad preferida, la ganadería, el precio de la tierra productiva ha llegado a niveles imposibles de alcanzar por quienes pretendan adquirirlas con el propósito de destinarlas a la actividad agrícola o pecuaria licita.
Hoy no es extraño encontrar tierras rurales sin vocación urbanizable, de mediana calidad y con regulares condiciones topográficas, por las cuales -sin ruborizarse- piden cincuenta o cien millones de pesos, simplemente porque enseguida vendieron a un precio similar o porque el vecino es un reconocido traqueto.
La presencia de los capitales provenientes de las actividades ilegales ha incidido en forma nefasta en el precio de la tierra en Colombia. Es muy difícil concebir una actividad productiva capaz de devolver una rentabilidad razonable, cuando se tiene que pagar una astronómica suma por la adquisición de la tierra, por su adecuación y por su sostenimiento. Salvo razonables excepciones, como la de los predios destinados a la producción industrial de caña de azúcar en el Valle del Cauca, a la caficultura en el Quindío y a la ganadería altamente tecnificadas, es casi imposible que una cuadra de tierra adquirida en la actualidad para el efecto, a esos preciso, rente lo suficiente para destinarla a la actividad productiva.
Con la propiedad urbana ocurre algo similar. No hay ninguna razón valida para que en ciudades como Cartagena o Bogotá, un metro cuadrado de apartamento llegue a costar ocho o diez millones de pesos. Porque en Colombia se sabe cuanto cuesta un metro de construcción y también se sabe lo que incide el precio de la tierra en el valor final de una propiedad horizontal. Eso ya esta inventado.
Los preciso de los bienes raíces en Colombia están afectados por una ola de consideraciones subjetivas irreales, que ha llevado a niveles de especulación inaceptables, y que pueden terminar produciendo una decepción masiva, a la postre, entre quienes han accedido a sus propiedades pagando la gana o endeudándose por el temor de que si no compran ahora no lo podrán hacer nunca. El ejemplo reciente de los Estados Unidos, donde se produjo el desinflamiento de la llamada ‘burbuja inmobiliaria’ debería servir como un campanazo de alerta para los especuladores y para los compradores que han caído en una espiral alcista de proporciones irracionales.
En el eje cafetero y el norte del Valle, además de la posible destorcida en los preciso de las propiedades, queda esperar los efectos de las masivas expropiaciones a los narcotraficantes, los que, en su integridad, están siendo sometidos a procesos penales ordinarios, como consecuencia de los cuales la totalidad de sus propiedades pasará al Estado, para ser reasignada de conformidad con criterios distributivos muy distintos de los que en la actualidad caracterizan el reparto de la tierra de esa región.
18 de septiembre de 2007
chisaza@yahoo.com
Hoy no es extraño encontrar tierras rurales sin vocación urbanizable, de mediana calidad y con regulares condiciones topográficas, por las cuales -sin ruborizarse- piden cincuenta o cien millones de pesos, simplemente porque enseguida vendieron a un precio similar o porque el vecino es un reconocido traqueto.
La presencia de los capitales provenientes de las actividades ilegales ha incidido en forma nefasta en el precio de la tierra en Colombia. Es muy difícil concebir una actividad productiva capaz de devolver una rentabilidad razonable, cuando se tiene que pagar una astronómica suma por la adquisición de la tierra, por su adecuación y por su sostenimiento. Salvo razonables excepciones, como la de los predios destinados a la producción industrial de caña de azúcar en el Valle del Cauca, a la caficultura en el Quindío y a la ganadería altamente tecnificadas, es casi imposible que una cuadra de tierra adquirida en la actualidad para el efecto, a esos preciso, rente lo suficiente para destinarla a la actividad productiva.
Con la propiedad urbana ocurre algo similar. No hay ninguna razón valida para que en ciudades como Cartagena o Bogotá, un metro cuadrado de apartamento llegue a costar ocho o diez millones de pesos. Porque en Colombia se sabe cuanto cuesta un metro de construcción y también se sabe lo que incide el precio de la tierra en el valor final de una propiedad horizontal. Eso ya esta inventado.
Los preciso de los bienes raíces en Colombia están afectados por una ola de consideraciones subjetivas irreales, que ha llevado a niveles de especulación inaceptables, y que pueden terminar produciendo una decepción masiva, a la postre, entre quienes han accedido a sus propiedades pagando la gana o endeudándose por el temor de que si no compran ahora no lo podrán hacer nunca. El ejemplo reciente de los Estados Unidos, donde se produjo el desinflamiento de la llamada ‘burbuja inmobiliaria’ debería servir como un campanazo de alerta para los especuladores y para los compradores que han caído en una espiral alcista de proporciones irracionales.
En el eje cafetero y el norte del Valle, además de la posible destorcida en los preciso de las propiedades, queda esperar los efectos de las masivas expropiaciones a los narcotraficantes, los que, en su integridad, están siendo sometidos a procesos penales ordinarios, como consecuencia de los cuales la totalidad de sus propiedades pasará al Estado, para ser reasignada de conformidad con criterios distributivos muy distintos de los que en la actualidad caracterizan el reparto de la tierra de esa región.
18 de septiembre de 2007
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